Esteban Molina

Nací un 7 de marzo de 1984. Éramos 5 hermanos, mi mamá trabajando en casa y mi papá empleado, En mi memoria de infancia hay como destellos que pasan en mi cabeza. Uno de ellos quedó marcado para siempre.

Estaba mi mamá en los oficios de la casa y pues no era fácil cuidar de 5 niños, mi papá estaba tocando guitarra, acostado. Recuerdo que mi mamá entró y le dijo: “ayúdame con los niños por favor”. Mi papá se molestó, se levantó de la cama y nos dijo: ¨sálganse niños¨. Escuché unos portazos fuertes, luego mi mamá salió del cuarto llorando a mares. Me le acerque y le dije, “Mami no llores por favor, yo te amo”. Cuando levantó el rostro, recuerdo que lo tenía lleno de sangre mezclado con lágrimas; le ayude a limpiar sus lágrimas rojas.

Desde entonces mis padres se separaron; mi papá se fue con otra mujer. Una de mis hermanas y yo nos quedamos con mamá, los demás se fueron con él. Viví una vida sin orientación de padre hasta los 13 años.  Mi mamá trabajando, nosotros estudiando. En la época de vacaciones nos íbamos donde mi papá.

Un 6 de agosto de 1996, a eso de las 9 de la mañana, llegó por nosotros mi abuelita. De camino nos iba diciendo que mi mamá estaba enferma y en el hospital, pero llegamos al centro de San Salvador,  y nuestro destino fue: una funeraria. Al llegar ahí mi abuela nos dijo: “Hijos, su mamá murió”. En ese momento vi como mis hermanas se desbordaron con la noticia, entramos a la funeraria y estaba llena de amigos y vecinos de la colonia. Mis hermanas se acercaron al ataúd llorando, cuando me acerqué negando la muerte de mi mamá les dije: “no lloren que ella no es mi mamá,  yo he estado con ella la semana pasada”. Pero vi su rostro de nuevo y me puse a llorar sobre el ataúd, pidiéndole que por favor se levantara, que debía regresar a la casa con ella.  Ese es el recuerdo más duro en mi vida. 

Me fui a vivir con mi papá obligado a hacerlo pues no tenía donde más ir, crecí en un hogar donde cada cosa en la refrigeradora tenía nombre,  la leche decía ¨no tocar¨ el cereal estaba fuera de nuestro alcance, pues claro así lo había hecho mi papá pues se olvidó que nosotros también éramos sus hijos. Sufrí muchos castigos severos, recuerdo que mi cuerpo probó todas las cosas que lastimaban como: cincho, lazo, manguera, alambre, palos de escoba, manos en la cara, pedazos de madera en mi espalda, etc., a consecuencia de alguna desobediencia o acusación falsa.

Con el tiempo, me acostumbré a palabras negativas, rechazos y malas miradas. Cuando tenía 17 años mi papá me dijo: “Ya no te quiero en esta casa, busca un lugar adonde irte”. Esa misma noche salí de la casa y recuerdo que caminando por unos pasajes, escuche una alabanza de Danny Berrios que dice: “Dios cuida de mí, bajo la sombra de sus alas”. Esa alabanza quebrantó más mi corazón, pero me dio coraje y fuerza para decir: “no estoy solo”.

Busqué un trabajo y alquilé una bodega de 1 metro de ancho x 2 de largo, mi almohada eran un par de pantalones, y mi sábana mis camisas. Dormí en el suelo por casi 2 años y medio hasta que pude comprarme una colchoneta. En el camino descarriado que tenía entonces empecé a fumar y a tomar. No siempre tuve trabajo. Dormía en las afueras de las casas  o en el carro de mis amigos, comía en ocasiones tortilla con sal, y de cena un cigarro, ya que no tenía para más.

Cuando por fin encontré un modesto trabajo en una gasolinera, pensé en visitar a mis padres para llevarles algún presente, pero mi abuela mi confesó que mi padre le había pedido no informarme de la dirección donde vivían en ese momento.  Me di cuenta que mi papá estaba engañando a mi mamá (madrastra)  y lo que él un día llegó a tener, los carros, el dinero, los amigos,  todo eso se le vino abajo.

Mi mamá se dio cuenta y terminaron separándose, fue ahí donde mi padre  se fue con otra mujer de nuevo, yo ya en ese entonces tenía 25 años, pues les dije a mis hermanos que no dejáramos a mi mamá sola. Decidimos irnos a vivir todos juntos una casa  para salir adelante. Estando ahí se me dio la oportunidad de cantar en una banda de Rock latino, y pues como era de esperarse, se me subió todo a la cabeza, me sentía la sensación de la fiesta el rompe-corazones de las mujeres, incrementó el alcohol en mi vida. En esa etapa de parrandas, en la red social “Facebook” saludaba constantemente a una mujer que nunca me respondía y dije: “bueno y esta ¿qué se cree?

Seguí escribiéndole por 3 meses, hasta que un día respondió e inició una amistad. Ella me decía: “No quiero que me veas como una conquista, solo quiero ser tu amiga”. Al pasar el tiempo, nos hicimos novios. Ella vivía en San Miguel y yo en San Salvador, y me tocaba viajar para visitarla. Pienso que Dios es Dios y Él tiene el poder y control de todo, ya Dios tenía un plan para mi vida. Logré tomar un evento para cantar en el Festival Gastronómico de San Miguel, y de ahí empezaron a abrirse puertas de trabajo para mí, entonces me mudé a San Miguel.

Un día mi novia me hablo de una tal FIHNEC, y me invitó a la inauguración de un capítulo de jóvenes. Ese día yo tenía que presentarme en un evento pero fue cancelado, y me acordé de la reunión y decidí asistir.  Al llegar,  unos hombres empezaron a abrazarme y eso para mí fue extraño pues porque no estaba a acostumbrado, luego me dieron un papelito y me dijeron que escribiera una petición.

Cuando inició el testimonio, y empezó a hablar aquel hombre, empecé a llorar porque ese hombre estaba narrando justamente mi historia, la que yo había vivido por mucho tiempo, pero con la diferencia que él la contaba con una paz y alegría en su corazón. Entonces yo quebrantado en llanto, tomé el papelito y escribí esto: ¨señor Jesús esta noche tú me has traído aquí por un motivo. No es casualidad Señor, necesito lo que ese hombre tiene, yo quiero esa paz que él tiene, dame señor el amor que él refleja; dame Señor una familia, una esposa, una casa, un carro, un trabajo, quiero Dios mío estabilidad económica y espiritual, y yo a cambio de eso, te prometo y hago un pacto contigo que dejaré de tomar, de fumar, de trasnochar  y te daré Señor mi vida. Hoy hago ese pacto contigo, Amen”

Desde ese día después de haber tomado y fumado por muchos años, desde ese día dejé los vicios por completo. Cuando hice ese pacto con Dios, tenía una moto que pagaba mensualmente y  de pronto no pude pagar, y  tuve que entregarla a la agencia. Dije: “eso era lo que faltaba, entrando en las cosas de Dios y vienen los problemas”. Pues estaba pensando en la carne, más no sabía que lo que Dios estaba haciendo era limpiándome de lo que en el mundo había conseguido, y que dentro del Reino todo Él me lo daría NUEVO, y pues yo seguí firme con mi pacto aun pasando esos problemas, al pasar el tiempo me casé, tuve el amor de una familia, luego Dios incrementó mi trabajo,  ya tenía estabilidad laboral, luego me regaló no solo un carro sino 3,  TODO  lo que le pedí, me lo concedió al pie de la letra. Cuando antes dormía en el piso, ahora Dios me ha dado una cama de 2 metros.  Me esforcé por no fallarle a Dios hasta la fecha, porque aprendí que tenía que ser yo el que no debía fallar y dar el primer paso, porque Dios nunca falla.

Hoy en día tengo una linda Familia, Dios es el centro de nuestro hogar, tengo 2 lindas hijas, una bella esposa que es mi ayuda idónea, y pertenezco a la FIHNEC. Todo ha sido de bendición para mi vida y Dios usó como canal de Bendición la Fraternidad, Dios cambió todo lo que antes era, y ahora me considero uno de los Hombres más Felices de la Tierra.